Año 2326
Iris Keller tiene una última misión antes de cogerse unas merecidas vacaciones: acabar con el peligro que supone una máquina capaz de manipular el tiempo. Pero durante el reconocimiento previo, el complejo sufre un accidente haciendo que ella, junto con su compañero John y su sobrina Faith, terminen en la Escocia del siglo XIV.
Año 1326
El clan MacRae se encuentra sentenciado. Víctimas de una maldición injusta, la única forma de romperla está fuera de su alcance. Pero cuando inesperadamente, tres viajeros del futuro acaban en sus tierras sin sufrir los efectos de la maldición, una nueva esperanza surge entre los miembros del clan. Iain, el laird del clan MacRae, no acaba de comprender a esa extraña mujer con sus ideas del futuro, pero está dispuesto a hacer lo que sea necesario para salvar a su pueblo. Por su parte, Iris, como mujer independiente del siglo XXIV, no está dispuesta a renunciar a sus derechos, por muy irritantes que le resulten a ese bárbaro.
Sin embargo, en el camino, una fuerte atracción surge entre ellos. ¿Podrán superar la red de engaños y mentiras que el pueblo y ellos mismos han tejido a su alrededor?
Valoración
Antes de empezar esta crítica, necesito aclarar unas cuantas cosas. Primero, soy la persona más desconfiada del mundo en todo lo que se refiere a la auto-publicación. Y, segundo, odio los viajes en el tiempo con todas mis fuerzas.
En cuanto al primer punto, quiero que entendáis que no tengo nada en contra de cualquier autor que decida auto-publicar sus libros y salir del viciado circuito editorial. Me parece una opción muy digna y muy razonable. Mis problemas vienen porque encontrar una buena novela entre las muchísimas que se publican con este sistema es tan difícil como encontrar la proverbial aguja en el pajar, porque por el mundo adelante hay un montón de gente con muy, muy poquita auto-crítica, y las editoriales no son el mejor de los filtros, cierto, pero al menos son un filtro.
Sin embargo, hay gente, como la autora de esta novela en particular, que auto-publica más por razones ideológicas que porque no pueda pasar el filtro de una editorial si lo intentara. Ésa es una opción que respeto y apoyo. Y más cuando hablamos de alguien que se esfuerza en que las cosas queden lo más perfectas posible y que se molesta en pedir opiniones sobre la trama y ayuda con la corrección… aunque no es que lo necesite demasiado.
En cuanto al tema de los viajes en el tiempo, ahí es que ya damos con una cuestión de gustos. No suelo leer novelas de viajes temporales, porque mi cabeza se vuelve loca con las paradojas y nunca queda satisfecha con el punto en el que se detienen los autores. Siempre voy un paso más allá, una vuelta de tuerca más a lo que podría haber sido, pero no fue porque de haber sido, ya no sería como se supone que debería ser. No me explico, ¿verdad? Pues ya sabéis cómo me siento cuando me enfrento a esas paradojas.
Pero, en este caso, la autora se ha currado una explicación ingeniosa para evitar esas paradojas, así que el segundo problema quedó solventado en cuanto me di cuenta de por dónde iban los tiros.
Por supuesto, si vosotras no tenéis los mismos problemas que yo con las paradojas temporales, y no habéis tenido malas experiencias con la auto-publicación, tendréis muchísimos menos reticencias a la hora de elegir esta novela. Y, para ayudaros, dejadme que os cuente un par de cosas.
Lo primero que me llamó la atención, y de forma muy positiva, fue la elección de la protagonista. Iris no es la típica heroína que espera que la rescate el príncipe azul, sino más bien todo lo contrario. Es una tía durísima, con carácter, con fortaleza tanto física como psíquica, a pesar de los problemas que pueda tener. Porque, tener «traumas» (y nótense las comillas) no hacen a un personaje menos fuerte, sino más real. Nadie es duro al cien por cien; todos tenemos nuestro lado vulnerable, nuestro talón de Aquiles y Iris, a pesar de su fortaleza, no es una excepción. Y eso me ha gustado muchísimo. Si fuera una especie de Rambo con pechos, sin fisuras, sin resquicios, fría e inconmovible, capaz de resolverlo todo, me habría dado cien patadas. Sí, es muy fuerte. Sí, es mejor que cualquier hombre. Pero también tiene heridas y eso la hace mucho más fuerte, si cabe, ante mis ojos.
Y ahora imaginaos a esa mujer, para la que la igualdad de derechos no es algo a desear, sino una realidad que tiene más que interiorizada, enfrentándose a un tipo del siglo XIV que, encima, la necesita para romper la maldición a la que está sometido su clan y que lo aboca a la desaparición. Y, una vez más, la cosa se resuelve de una forma ingeniosa: ese hombre es un producto de su tiempo, sí, pero tiene la mente abierta. Ah, qué oportuno, diréis. Y sí, es oportuno, pero, en primer lugar, si no fuera así, no habría novela y, en segundo lugar, en todas las épocas tiene que haber gente con la mete abierta, gente que ve más allá de los tópicos del mundo en que vive y entiende que, aunque ellos vean las cosas de una manera, existen o deberían existir otras formas de pensar. Así que Iain es un hombre de su tiempo, sí, pero también tiene la mente lo bastante abierta como para escuchar a esa mujer que parece más un hombre en su forma de pensar y de actuar, sin sentir deseos de matarla… muy a menudo. Para mí, es el antagonista perfecto para Iris y es curioso, por una vez, ver un intercambio de roles: ella es la más fuerte, la más fría. La que tiene el control y la que actúa y soluciona. Él, sin ser un hombre frágil o vulnerable —¿cómo podría serlo, siendo hijo de su tiempo?— es mucho más razonable y, en ocasiones, hasta puede llegar a espantarse de lo que esa mujer es capaz de hacer.
Entre ellos hay muchísima química y, para mi gusto, son dos personajes bien estructurados y bien pensados, muy vivos y reales, que en ningún momento resultan anacrónicos o forzados. La relación entre ellos es difícil, llena de secretos, mentiras, medias verdades e incompatibilidades, pero echa chispas desde el primer minuto, hasta ser casi tierna al final.
Y os aseguro que la cosa tiene su dificultad, viniendo de mundos tan terriblemente dispares, como tiene su dificultad el crear ya no sólo un universo, sino dos. Por un lado tenemos la Escocia del año mil trescientos y pico, y por la otra un universo distópico del que proviene Iris y sus acompañantes y del que no vemos mucho más que unas pocas pinceladas, aunque lo bastante interesantes como para hacernos desear saber más.
Es difícil daros una idea de la trama sin desvelar ciertos secretos que os estropearían la novela, pero sí puedo deciros que es entretenida, que fluye sin problemas y que engancha e interesa. La idea de la maldición era difícil de desarrollar, pero está llevada sin que haga aguas en ningún momento y donde podría haber una posible incoherencia hay una explicación que se adapta al tono general de fantasía de la historia. Quizá —y puede ser que, en parte, la culpa la tenga mi fobia a las novelas de saltos temporales— haya por ahí alguna cosa que no acaba de quedar clara o que no acaba de verse sin necesidad de una explicación posterior, pero eso no le quita mérito a la trama, ni hace que se atasque la lectura.
En resumidas cuentas, es una lectura que consigue su objetivo sin problemas: entretener. Los personajes, incluso los secundarios, están vivos y tienen algo interesante que contar; la historia está bien llevada y bien estructurada, sin escenas innecesarias ni problemas de ritmo, a pesar de sus más de cuatrocientas páginas; la prosa es ligera y directa y encaja con el tono general de la narración y, en conjunto, es una lectura amena y agradable.
Así que, ya sabéis. Si queréis darle una oportunidad a una autora auto-publicada, esta es una buena forma de empezar.